Los siameses: en busca de respuestas

Las deformidades en los humanos siempre han sido algo recurrente, pero en la Edad Moderna se le otorgó una atención especial. Las personas que presentaba cualquier anomalía física suponían una ruptura con el orden providencialista imperante en la Edad Moderna. Así pues, los siameses eran estudiados por la teratología y formaban parte de los “monstruos” que se encontraban en el ámbito palaciego. En el primer tercio del siglo XVII tenemos un ejemplo en la corte española. Lázaro y Juan Bautista Colloreto, dos hermanos siameses procedentes de Italia, visitaron la corte de España. En este caso estos hermanos estaban afectados por lo que se designaba en latín “omphalus parasiticus”, es decir, uno de los hermanos tenía una gran dependencia del cuerpo del otro, por lo que se le consideraba un parásito-huésped. Desde que nacieron se habían convertido en personajes públicos y estuvieron expuestos, especialmente en Roma.

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En este contexto surgió una pregunta muy pertinente para la mentalidad de la Edad Moderna, ¿habían sido bautizados por separados o solo se les había bautizado una vez? Esta cuestión produjo una gran polémica y fue Niuremberg el encargado de resolver si se trataba de una única alma o eran dos. Tras observar que tenían un comportamiento distinto, éste sentencio que un doble bautizo era lo correcto al poseer cada uno su correspondiente alma.

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Por otro lado, entre fines del siglo XVII e inicios del siglo XVIII comenzaron las aproximaciones hacia la hegemonía de la ciencia médica, aunque habia ciertas continuidades y la teratología no gozaba de una estructura definida. Según avanza este periodo la monstruosidad es vista como un fallo o problema médico. Entonces, habia dos teorías: la primera afirmaba que Dios creaba los monstruos a través de la formación del “huevo” situado en el útero. En segundo lugar, se planteaba que si los “huevos” se aplastaban podía dar lugar al nacimiento de siameses y no gemelos corrientes.

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No hay mucha información sobre estos monstruos en la Antigüedad; sin embargo, es en la Edad Moderna cuando se da mayor énfasis a estos monstruos por medio de los tratados teratológicos a partir del siglo XVI.