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Ganda, una bestia de toma y daca

"El  primero de mayo del año 1513 [sic], el poderoso Rey de Portugal, Manuel de Lisboa, trajo semejante animal vivo desde la India, llamado rinoceronte. Esta es una representación fiel. Tiene el color de una tortuga moteada, y está casi completamente cubierto de gruesas escamas. Es del tamaño de un elefante, pero tiene las patas más cortas y es casi invulnerable. Tiene un poderoso y puntiagudo cuerno en la punta de su nariz, que afila en las rocas. Es el enemigo mortal del elefante. El elefante se asusta del rinoceronte, pues, cuando se encuentran, el rinoceronte carga con la cabeza entre sus patas delanteras y desgarra el estómago del elefante, contra lo que el elefante es incapaz de defenderse. El rinoceronte está tan bien acorazado que el elefante no puede herirlo. Se dice que el rinoceronte es rápido, impetuoso y astuto." (Pimentel, 2010: 92)

Con esta descripción acompañaba Durero su famoso grabado de Ganda, el rinoceronte. Sin embargo, no era la primera descripción de esta fantástica criatura.

Su historia comienza en las selvas de Gujarat, donde fue capturado y entregado al Sultán de Cambay, Muzafar. Este, a su vez, se lo regaló al gobernador portugués, Alfonso de Alburquerque. Cuando la bestia llegó a su residencia, fue descrita por Gaspar de Correia como "bajo de cuerpo, con piel y patas de elefante, la cabeza larga como la de un cerdo, los ojos cerca del hocico y un cuerno largo y afilado sobre la nariz".

El gobernador portugués consideró poco oportuno albergar semejante animal en su casa, por lo que decidió regalárselo a su vez a Manuel I, su Rey. Así, Ganda, que significa "rinoceronte" en guyaratí, se embarcó rumbo a Lisboa. Sin embargo, su estancia en esta ciudad sería también breve. Tras derrotar a un elefante en combate singular organizado por Manuel I, el monarca luso decidió regalárselo al Papa, León X.

No era el primer paquidermo destinado a la corte pontificia. En 1514, siguiendo la misma ruta que Ganda, Hanno, el elefante blanco, había encontrado también su nuevo hogar en el Vaticano. Si te interesa la historia de este elefante, echa un vistazo a su entrada en el bestiario.

En su viaje por el Mediterráneo, Ganda hizo escala en Marsella, donde lo vistieron de gala para que fuera contemplado por Francisco I y su esposa con motivo de las festividades que estaban teniendo lugar. Esta sería su última aparición pública.

En enero de 1516 reiniciaría su viaje hacia Roma. Sin embargo, nunca llegaría a ver la ciudad eterna, ni a encontrarse con Hanno. En la costa genovesa, frente a Portovenere, el barco en el que Ganda viajaba naufragó. La poderosa criatura, que había sido creada para el combate, con una armadura impenetrable y un cuerno letal, poco pudo hacer para combatir las aguas del Mediterráneo, que engulleron la caja en la que viajaba. El mar se convirtió en la tumba del rinoceronte más famoso de la historia.

La historia de Ganda es un reflejo de la relación de Oriente y Occidente en el siglo XVI. Oriente no existe: no se puede meter en el mismo saco el Egipto mameluco, Samarcanda, las estepas mongolas, las selvas del subcontinente indio y la corte imperial de los Ming. No obstante, Europa necesita que Oriente exista, ansía el exotismo y la aventura que este mundo mágico y lejano representa. Esta era la función simbólica de Ganda: traído desde los confines de la tierra, el rinoceronte debía llegar a Roma, el centro del mundo. Si el elefante, su "enemigo natural", representaba el bien, la India cristianizada, Ganda personificaba todo lo contrario: a su llegada a Roma debía tener lugar una ceremonia simbólica de sometimiento y evangelización ante el Papa; el mal, la lujuria y todos los excesos que el rinoceronte encarnaba, y que se atribuían a las cortes orientales, debían someterse ante el Vicario de Cristo. El destino quiso que no tuiera lugar.

La información que en el siglo XV se tenía sobre el rinoceronte era escasa. El conocimiento que se tenía de estas fantásticas criaturas procedía de Plinio el Viejo y de Estrabón.

En Plinio encontramos, por primera vez, la referencia a la eterna enemistad entre el rinoceronte y el elefante, cuyo punto débil, el vientre, es el objetivo de ataque del afilado cuerno del pequeño paquidermo.

Estrabón que, a diferencia de Plinio, cuya información procedía de terceros, quizá pudo haber visto uno en Alejandría, pone el énfasis en su increíble anatomía: una coraza impenetrable y un cuerno afilado contra las rocas, de menor tamaño que el elefante, con quien comparte color, y similar a un toro o a un jabalí, salvando la diferencia del cuerno. Esta anatomía lo convertía en una bestia diseñada para dar y tomar, atacar y aguantar golpes.

Las descripciones grecolatinas de esta maravillosa bestia llegaron a oídos de Durero, que se basó únicamente en estas para crear el grabado que puedes ver de fondo, ya que el artista alemán nunca llegó a verlo con sus propios ojos.

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