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Bestias y monstruos en el 'Nuevo Mundo'

Previamente a la llegada de Colon al Nuevo Mundo, los europeos situaban el establecimiento de las bestias y monstruos en los territorios africanos y asiáticos, dado que, en la mentalidad europea, estos espacios estaban cargados de gran exotismo y misterio.


En las crónicas, tanto clásicas como medievales, se describían las características de estos seres como sumamente terroríficas. Sin embargo; a medida que se fueron conociendo los interiores de los continentes, sobre todo de Asia, los europeos comenzaron a gestar cierto sentimiento de desilusión al no encontrar a dichos especímenes.


Así pues, la incorporación del Nuevo Mundo a los conocimientos geográficos de los europeos vino acompañado de una revitalización por la búsqueda de las bestias y monstruos. En otras palabras, la creación de nuevas fronteras y su continua ampliación durante la Era de los Descubrimientos permitió, por una parte, que se originara un nuevo ‘hogar’ para estos seres monstruosos y, por otra, que se fomentaran con mayor entusiasmo las nuevas expediciones, no solo para el avance de tierras desconocidas, sino para hallar ciudades míticas como Cíbola o el Dorado.


Una de las figuras que afirmaron la existencia de seres monstruosos en estos territorios fue Cristóbal Colón; sin embargo, es imprescindible mencionar que el navegante genovés estaba seguro de que las tierras alcanzadas pertenecían a las Indias Orientales y no de que se trataba de un “nuevo” continente. Aun así, Colón afirmaba en sus diarios que en sus viajes había llegado a reconocer a cinéfalos en los días 4, 23 y 26 de noviembre de 1492; sirenas el 9 de enero de 1493 y amazonas el 16 de enero de 1496.

La cartografía se convirtió en un elemento indispensable para reforzar la idea de que América estaba repleta de estos seres monstruosos. Un ejemplo de ello es que en el mapa "Secunda etas mundi" de la obra Liber Chronicarum (1493), donde salen ilustrados diversos seres que ya había descrito Plinio en su Historia Natural.


"Secunda etas mundi" en Liber Chronicarum (1493) . ENLACE.



Asimismo, el género caballeresco y la cultura libresca se elevaron como impulsores, entre otros, del proceso colonizador. El caballero debe enfrentarse a diversos peligros por territorios inusitados y desconocidos. Las travesías por el Estrecho de Magallanes y el Océano Pacífico promovieron la creación y difusión de seres mitológicos, extraordinarios y monstruosos. Un ejemplo de cuán importante fue la cultura literaria se encuentra en las crónicas de Pigafetta: "Por los libros que yo había leído y por las conversaciones que tuve con los sabios que frecuentaban la casa del prelado supe que navegando por el Océano se veían cosas maravillosas y me determiné a asegurarme por mis propios ojos de la veracidad de todo lo que se contaba, para a mi vez contar a otros mi viaje...".


En suma, la propagación de que estos seres monstruosos habitaban en América permitió que aumentaran los deseos por conocer el continente, sumado a las ansias expansionistas de los Imperios de Ultramar.



"Theatro de'l orbe de la Tierra" (1570) en Theatrum Orbis Terrarum, de Abraham Ortelius ENLACE.

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