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El monstruo en el imaginario clásico

Updated: Apr 19, 2021

El monstruo ha sido representado como el reflejo de la deformidad y como enemigo de la belleza natural. Es distinguido por su rareza. Estas criaturas forman parte de la Naturaleza, pero escapándose de la norma, aludiendo, en parte, al desorden de lo establecido. Son hombres, animales y plantas que muestran una serie de singularidades que distan de los cánones de la época.

Es común que estas criaturas se originen a partir de la mitología y de las escrituras clásicas, de mano de Plinio el Viejo, Heródoto u Ovidio, los cuales realizaron una labor de descripción de las criaturas que se creían existentes para la época. El propio Aristóteles hablaba de los monstruos como fenómenos que se escapaban de lo común o de lo general, aun siendo seres que seguían perteneciendo a la Naturaleza.


El poeta Lucrecio definió a los monstruos como un componente más del mundo, naciendo con rasgos extraños que se alejaban de lo comúnmente aceptado, y siendo, asimismo, una antítesis del orden de la Naturaleza: «Es inútil que la tierra cree y traiga al mundo estos monstruos y esta clase de prodigios, porque la naturaleza prohíbe su crecimiento y no pueden alcanzar la tan deseada flor de la edad, ni hallar alimento, ni unirse al acto de Venus». Tal como presenta Claude Kappler en Monstruos, demonios y maravillas a fines de la Edad Media (1980), en la cosmovisión del mundo antiguo convivían monstruos y seres con todo tipo de particularidades: desde monstruos sin cabeza como las Blemias, como monstruos con ella, pero sin ojos, nariz o labios, cuya monstruosidad se debía tanto a condiciones climáticas como a una condición de nacimiento, que llevaban a ese desviamiento de la norma. Otros seres se caracterizaban tanto por su gran tamaño como por ser diminutos; e incluso por mezclas entre los reinos de la Naturaleza, como es el caso de las Mandrágoras. Plinio llegó a narrar los casos de partos de criaturas híbridas cuya complexión se asemejaba tanto a la de un ser humano, como a la de un animal; relato que tomaría Plutarco para explicar la existencia de los Minotauros, las Esfinges o las Faunos.

Esta herencia de la concepción de las criaturas y monstruos fue heredada desde la Antigüedad hasta la Edad Moderna, pasando por la Edad Media, donde la presencia de los Bestiarios era común, explicando en ellos cómo estas criaturas tenían una concepción divina o mitológica, y cómo estas permitían comprender el funcionamiento de la Naturaleza. Estas representaciones se basaron en las descripciones que los escritores y poetas clásicos realizaron en su momento.


Plinio el Viejo, mediante su Historiae naturalis, realizó una obra enciclopédica que recogía todos los conocimientos sobre la historia durante la época clásica, desde el entendimiento del cosmos hasta nociones de botánica y de zoología, en las que entraban todas estas criaturas. Otros de sus contemporáneos, entre los que se hallan Ovidio, Heródoto, Séneca o Plutarco, también reflejaron en sus escritos cómo todos estos seres formaban parte de la concepción del mundo.

Este imaginario, perpetuado hasta la Edad Moderna, continuó a partir de obras como las de Hartmann Schedel y su Liber chronicarum, también conocido como las Crónicas de Nuremberg (1493), en las que narraba toda la historia universal a partir de las escrituras bíblicas, y en las que se incluyeron numerosos grabados y representaciones de estas criaturas; o mediante The history of four-footed beasts and serpents de Edward Topsell (1658), una recopilación de unas mil páginas repletas de criaturas, mitología y leyendas de la zoología.


Se trata de una época en la que, con la llegada del Renacimiento, la intención de retorno al mundo clásico hace que esa cosmovisión de lo mágico y lo mitológico continúe perpetuándose, en cierta forma. El Tesoro de la Lengua Castellana (1611), también conocido como el Bestiario de Santiago de Covarrubias permite un mejor entendimiento de cómo se concibe esta herencia clásica según la concepción renacentista. Covarrubias incluyó a especies y criaturas provenientes, en su mayoría, de la herencia grecolatina, pero incluyendo también literatura contemporánea a su época. La novedad es que trató de conectar estas criaturas a una explicación racional del comportamiento del hombre, aludiendo a que el ser humano se trataba del ser más perfecto de la Naturaleza, al ser el único en poseer la capacidad de la razón. Por lo que añadir el componente humanista a los Bestiarios modernos supuso un cierto cambio respecto a la concepción fantástica y mágica que se tenía de estas criaturas y monstruos de la Edad Antigua.



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