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Sirenas: mitad mujer, mitad pez

Las sirenas han sido figuras híbridas muy presentes en las culturas antiguas, aunque no en todas coincidían con su fisionomía. En Babilonia, existía el Dios-pez Oanes, mientras que en el caso fenicio destaca Atargatis, que se relacionaba con las sirenas por la perversidad, la atracción sexual y la muerte. No obstante, es en el Canto XII de La Odisea donde encontramos la descripción más conocida sobre las sirenas: se alerta del peligro que supone escuchar los cantos de las sirenas, dado que estas quieren provocar que los hombres se distraigan y choquen con las rocas. Si bien estos cantos adquirieron una connotación negativa, lo cierto es que Pitágoras y Platón los defendieron afirmando que los cantos de las sirenas simbolizaban la armonía de las esferas.

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Vaso ático de figuras negras con representación de tres sirenas músicas, s. VI a.C. ENLACE, p. 8.

Stammos de Vulci s. VI a. C. Ulises y las sirenas. ENLACE, p. 7.

Es a través de los siglos cuando la fisionomía de las sirenas comienza a cambiar: en tiempos arcaicos, se indicaba que la sirena tenía medio cuerpo de mujer y medio cuerpo de ave; sin embargo, fue en la Tardo-Antigüedad y en la Alta Edad Media cuando se comenzó a asentar el modelo de mitad mujer y mitad pez, aunque es importante recalcar que esta última fisionomía no terminó por sustituir la iconografía de la sirena como un ser híbrido entre mujer y ave.

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De hecho, puede apreciarse en las Crónicas de Núremberg (1493) la preocupación por evitar que las nereidas, caracterizadas por ser medio mujeres y medio peces, terminaran siendo confundidas con las sirenas: “engañados con la opinión del vulgo, que a las Sirenas juzga por medio pezes, no son sino medio aves”.

Sirena griega del s. VI a.C, según Daremberg-Saglio. ENLACE, p. 6.

Por otra parte, cabe destacar que, si bien varios tratados medievales y modernos se basaron en Plinio y en su Historia Natural para el tratamiento de las sirenas, lo cierto es que el autor clásico dudaba de la existencia de estos seres mitológicos; afirmaba que solo había tenido noticias de la existencia de estos seres humanoides, pero no había habido pruebas que demostraran tal hecho. Asimismo, Isidoro de Sevilla en Etimologías afirmó que las sirenas eran mitad mujeres y mitad aves y grandes embaucadores que atraían a los navegantes para que naufragaran, aunque termina también describiendo sirenas voladoras, rápidas y venosas que vivían en Arabia.

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Trattato dell'Imprese (1592), de Cesare Capaccio. ENLACE, p. 148.

Finalmente, termina afirmando que en los relatos acerca de los hundimientos y las pérdidas que sufrieron los navegantes no se debe a las sirenas; Isidoro de Sevilla afirma que realmente se hablan de prostitutas que robaban a los marineros y estos, tras haber sucumbido a estas, utilizaron las figuras de las sirenas para justificar sus pérdidas.

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"Contemnit Tuta Procellas" en Dialogo Dell'Imprese Militari et Amorose (1557). ENLACE, p. 148.

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Sirena música. Pintura sobre tabla perteneciente a la 'zona oceánica' del artesonado de la Iglesia de San Martín de Zillis (Suiza), s. XII. ENLACE, p. 13.

En la Edad Moderna se mantuvo la simbología de las sirenas con los muertos y el hundimiento de barcos. Cabe mencionar que en este periodo, como había venido sucediendo desde la Edad Media, los nacimientos monstruosos están vinculados con advertencias divinas de Dios acerca del peligro que supone cometer pecados.

Con la llegada de los europeos a América, se aseguró que las sirenas vivían en estos territorios, como atestiguó Colón y Pedro de Mártir de Anglería. No obstante, es importante apuntar que Colón pensó que realmente él había llegado a las Indias y no a un ‘nuevo continente’; sin embargo, no deja de ser paradigmático que los navegantes apuntaran en sus escritos con gran incredulidad que habían visto a seres monstruosos como las sirenas.

Para concluir, cabe indicar que se gestaron diversas leyendas sobre los orígenes malditos de las sirenas, como en Cantabria o en Asturias; sin embargo, también se formaron leyendas sobre estas en Extremadura, aunque en este caso se refería a las sirenas de río.

En definitiva, las sirenas fueron seres mitológicos muy presentes en el imaginario antiguo y medieval y continuaron en activo en la Edad Moderna, manteniendo estos monstruos humanoides un carácter embaucador, lujurioso y destructor.

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"Triunfo de Neptuno" en el Manuscrito iluminado por Robinet Testard (s. XV). ENLACE, p. 15.

Tanto en el margen inferior de la izquierda como en el marge superior de la derecha, se pueden apreciar que la mitad inferior de las sirenas es una cola de pez.

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